A UNA GUITARRA TRISTE DE SU TRISTE AMIGO
Caminaba por los senderos que siempre hicieron agonizar mis pasos,
un hilo de luz, extraviaba mi rumbo .. cuando solía tenerlo
la sorpresa me alcanzaba el paso y regularmente lograba dejarme atrás
sin embargo, hoy está a mi lado y riñe con mi sombra con aires hórridos.
Un velamen habría sido capaz de cegarme en aquellos días
justo cuando la noche se escondía en el filo de tus cabellos,
pero de alguna forma te hacen aparecer de nuevo entre sueños
con la ciencia que requiere un ave al elevar su vuelo.
Pero me miras una vez más por la rendija del suspiro
y esta vez desconozco tu aroma que se confunde con el mío,
los tiempos cambian, cierto, pero poco cambia el destino
o será quizá que el mío siempre se ha hallado perdido.
Mis cantos me han abandonado y bebido su veneno
y cual Julieta intento embriagarme de sus labios,
pero la pócima no resulta ante corazones envejecidos
ni tampoco surten magia ante seres confundidos.
Pero tendré la fuerza y el coraje para enfrentarte
y como en tiempos viejos someterte a mi suicidio,
a morir juntos ante el camino lento de las horas
y a perdernos en el fondo de un mismo vino.
Mis manos apetecen amargamente tu sonido y fuerza
y los minutos me reclaman como un niño a su paleta,
pero hemos de vibrar, escucha mi amenaza,
pues pronto nos veremos como antes, cara a cara.
Recorreré de nueva cuenta por tus cuerdas de destino inquieto,
y tu luz me cubrirá como un ángel ebrio pero al fin ángel divino,
la sorpresa hoy se quedara para contemplarnos de la mano
y mi sombra dejará de añorar la mezcla de tu sonido y el mío.
Omar González Vázquez 2 de diciembre de 2005.
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